Álvaro José Arroyo “el Joe” nació en Cartagena, el primero de noviembre de 1955 y fue en esta ciudad donde comenzó a luchar por sus sueños.
Su familia vivía en un barrio humilde de la heroica, no gozaban de comodidades económicas. Pero a diferencia de todas las calamidades por las que tuvo que pasar, se caracterizó por ser una persona sencilla, humilde y seductora de corazones; con el paso de los años por su sobresaliente voz que a su vez fue su principal instrumento para cautivar al público, pues desde niño dejaba ver lo que sería su vida a futuro.
El cartagenero llamado a la vez como “Centurión de la noche” y autor de innumerables éxitos como “Tania”, “Rebelión” y “El preso”, falleció el martes 26 de julio a los 56 años de edad, víctima de una neumonía, una crisis cardiaca y una insuficiencia renal, entre otras complicaciones.
Arroyo había sido ingresado en la clínica de La Asunción el pasado 27 de junio, y desde entonces fue sometido a un tratamiento que incluía la diálisis y la sedación, además de la respiración asistida, pero pese a todos los cuidados y la atención medica que recibió nos dejó, esto muestra el sufrimiento que estaba padeciendo que fue apagando poco a poco sus ganas de seguir alegrando a sus seguidores y de estar al lado de las personas que más lo querían, como debió de serlo su familia.
Fue una amargura que en los últimos tiempos era evidente en sus ojos. Por eso el saber que se fue con esa tristeza me hace pensar que me duele más lo que él vivió que su propio fallecimiento. Saber que siendo una gran persona, artista y amigo murió de tal manera. Pero bueno se sabe que no es algo fácil de superar y entender pero debemos hacerlo ya que es la ley de la vida y por muy buenos que seamos nos toca morir de cualquier manera y en el momento que menos pensemos.
Su adiós ha sido sentido, con una multitudinaria despedida que los barranquilleros hicieron. Miles de personas acompañaron el féretro del popular artista, en un recorrido de largas horas por la ciudad desde la catedral hasta el cementerio Jardines de la Eternidad camino a Puerto Colombia.
Por otra parte, esa vida desdichada y ajetreada como artista, que era mucho más nocturna que diurna, ha sido fuente de inspiración, pero de igual forma la causante de buena parte de sus problemas, que en cierto modo lo llevo a fumar bazuco y consumir cocaína. El Joe tuvo una vida contraria a la vida común de la mayoría de las personas: a sus 13 años, se marchaba de su casa a las 10 de la noche para cantar en los burdeles de Cartagena, cosa que a la mamá no le gustaba, volvía a las 4 de la mañana y de ahí salía a estudiar a las 7.
A pesar de su vida contraria, llena de calamidades, se puede percibir el cariño y aprecio que los colombianos sienten por el hombre sabrosón que enloquecía y ponía a bailar a la gente, dicho sentir se ve reflejado en los comentarios y artículos publicados en los diferentes medios de comunicación y redes sociales, cosa que no se ganó de gratis. Ya que la esencia y pureza, derramada en cada fragmento de sus obras, plasmó todo su esplendor y nunca se le escucho decir que era el más grande, por eso su humildad lo llevo a la cima con su voz y sus canciones que permanecerán en cada uno de los colombianos. Finalmente nos queda claro que Murió Álvaro José Arroyo pero no su peculiar voz.
